¿Cómo ayudar a manejar la frustración en niños?

Episodio 1: Como manejar la frustración en niños – Infancia y Niñez

Hablar de frustración en niños es adentrarnos en un mundo muy complicado, porque desde ya, sabemos que independientemente de la edad que se tenga el frustrarnos es un desafío bastante abrumador; llegar a aceptar, entender y regular la frustración es todo un reto.

Para entender la frustración es importante partir sabiendo su significado. Desde el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española sabemos que la frustración es el sentimiento de insatisfacción o fracaso que surge cuando alguien es privado de aquello que desea. Por tanto, es una experiencia desagradable, en la que una persona ha depositado todos sus esfuerzos con el fin de alcanzar un objetivo, pero que sin embargo no le resulta como esperaba.

Aunque es desagradable, es importante entender que la frustración es una emoción natural y común en la vida de todos y que además es funcional, en otras palabras, es saludable experimentarla permitiéndonos adaptarnos y generándonos diversos aprendizajes. Como ya se ha dicho, aunque puede ser todo un reto para cualquier ser humano independiente la edad, la frustración en niños, puede ser un desafío particularmente abrumador, ya que aún están desarrollando sus habilidades emocionales y de afrontamiento al tener un cerebro inmaduro.

En esta publicación, exploraremos la frustración en niños y ofreceremos consejos sobre cómo ayudarles a manejarla de manera saludable.

¿Qué es la Frustración en los Niños?

La frustración en los niños surge cuando no pueden obtener lo que desean o cuando enfrentan obstáculos que les impiden alcanzar sus metas generando en ellos un estado de decepción y con una importante carga emocional. Puede manifestarse de diversas formas, desde el llanto por la tristeza hasta el enojo y/o rabia que tiende a desembocar en los famosos berrinches/pataletas.

A diferencia de los adultos, a los niños les cuesta controlar la reacción que se desencadena cuando algo no sal

e como quieren y esto forma parte del crecimiento normal del niño por lo que o hay que preocuparnos. Para ello debemos saber que los niños se encuentran en una etapa de desarrollo en donde el cerebro se encuentra inmaduro y no ha desarrollado la corteza prefrontal, la cual le permite analizar, regular emociones entre otras funciones. Por eso nuestra labor como padres y/o educadores es enseñarles y acompañarlos en el proceso de conseguir el manejo de su frustración.

Según algunos autores existen diferentes tipos de frustración que puede experimentar un niño:

  • Frustración provocada por los adultos: Un claro ejemplo de este es cuando les limitamos hacer algo que ellos de
  • sean hacer, por ejemplo, subir las escaleras o cruzar la pista. Algunas de estas limitaciones parten de nuestras propias inseguridades y valores y en ocasiones terminan limitando el desarrollo exploratorio del niño, por eso siempre es importante cuestionar nuestras propias creencias.
  • Frustración provocada por otros niños: Una clara situación al respecto es el clásico ejemplo de un conflicto entre dos niños por un juguete.
  • Frustración provocada por objeto: En este apartado podríamos referir diversos ejemplos, desde aquellas que parten de necesidades alimenticias por ejemplo alguna bebida o ciertas preferencias como querer tener un juguete, comprarse un dulce, estar más tiempo en el parque, dar una patada al balón, etc.
  • Frustración provocada por edad: aparece cuando el niño no consigue hacer algo que le exige más de lo que puede ofrecer para su edad por ejemplo el leer, abrir una cerradura, etc.

Ahora que ya entendimos los conceptos básicos y las principales formas de frustración en un niño, recién podemos conocer algunos consejos prácticos que pueden ayudarnos a transitar junto a nuestros hijos y/o estudiantes

¿Cómo ayudar a los niños a manejar la frustración?

En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que no todos los niños logran aprender a manejar la frustración de buenas a primeras, ya que existen diversos factores que interfieren en este proceso, uno de ellos es el factor medioambiental y el otro es el biológico. Por ello es un proceso continuo en donde nosotros, los adultos, somos la pieza principal para acompañarlos en enseñarles.

Valida sus sentimientos: En primer lugar, es esencial que los padres y cuidadores validen los sentimientos de frustración de los niños. Hágales saber que está bien sentirse frustrados y que todos experimentan esta emoción en algún momento.

Proporciona apoyo y consuelo: En momentos de frustración, ofréceles apoyo emocional y consuelo. A veces, solo necesitan saber que estás ahí para ellos.

Enséñele a tomar decisiones: Ayuda a los niños a desarrollar habilidades de toma de decisiones. Explícales que, a veces, las cosas no salen como esperaban, pero pueden elegir cómo reaccionar ante esa situación. Esto les da un sentido de control sobre sus emociones.

Fomente la comunicación: Anima a los niños a expresar lo que sienten. Escucha activamente y valide sus emociones, incluso si no estás de acuerdo con la causa de su frustración. La comunicación abierta les permite sentirse comprendidos.

Ofrece estrategias de afrontamiento: Enséñales estrategias de afrontamiento saludables, como la respiración profunda, el clásico contar hasta diez o dar un paso atrás para pensar antes de reaccionar impulsivamente. Recuerda que la eficacia de las estrategias varia de niño a niño, intenta ver cuál es la que mejor le da.

Modela su comportamiento: Los niños aprenden observando a los adultos. Modela cómo manejar la frustración de manera efectiva y pacífica en tu propia vida. Esto les proporcionará un ejemplo a seguir.

Establece expectativas realistas: Ayuda a los niños a establecer expectativas realistas. Explícales que no siempre obtendrán lo que quieren y que enfrentarán desafíos en la vida.

Recompensa el esfuerzo: Alaba y reconoce los esfuerzos de tus hijos, independientemente de los resultados. Esto les ayuda a valorar el proceso y no solo el éxito final.

Promueve el juego y la creatividad: A través del juego y la creatividad, los niños pueden aprender a explorar soluciones y enfrentar desafíos de una manera lúdica y segura.

Promueve la independencia: Favorece esta autonomía, entre los dos a cuatro años, déjalo hacer tareas solito y de esta manera dispondrá de herramientas para tolerar la frustración.

Buscar ayuda profesional: Si la frustración de un niño persiste y afecta su bienestar o al de otras personas, considera buscar la ayuda de un profesional de la salud mental que pueda brindar orientación y apoyo especializado.

Enseñar a los niños a manejar la frustración de manera saludable es un regalo invaluable que les ayudará a afrontar los desafíos de la vida con resiliencia y confianza. Al proporcionarles las herramientas necesarias y un entorno de apoyo, estás contribuyendo a su crecimiento emocional y a su éxito en el futuro.

La sobreprotección impide a los niños afrontar el fracaso. Evitamos que se produzca dándoselo todo hecho, ayudándoles en todo, evitándoles cualquier problema, etc. La permisividad incapacita a los chicos a hacer frente a los problemas, ya que siempre consiguen lo que quieren. Por eso…

Deja que se frustre.

 

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